EL PRINCIPIO DE
PARETO: REGLA DEL 80/20
¿Podemos aplicar a la
economía doméstica los principios de la macroeconomía? ¿Y viceversa?
Yo creo que sí.
Decía mi abuelo respecto a
su empresa, que a veces hay que perder una peseta para ganar un duro. Eso se
llama invertir en beneficio futuro. Los países invierten en educación, y
consiguen trabajadores, científicos, profesionales y empresarios más
capacitados para aumentar la riqueza del país en el futuro, y se ahorran tener
que importarlos.
Si administrar una casa pasa por asegurar los gastos fijos, prever los imprevistos, tener un fondo de emergencias por si algo se tuerce, y no gastar más de lo que se gana, administrar un país (administrarlo bien, se entiende) no puede ser muy diferente. A fin de cuentas, la economía no se puede alejar mucho de la aritmética, y está claro que de donde no hay, no se puede sacar.
Habría mucho que hablar
respecto a macroeconomías mal administradas, pero nuestro objetivo hoy es el
caso contrario: aplicar principios de macroeconomía a nuestra vida diaria.
Y también se puede. Hay un
principio de economía que siempre me ha resultado muy curioso en su
planteamiento inicial: el principio de Pareto.
Pareto fue un economista
italiano que a principios del siglo xx afirmó, previo estudio, que aproximadamente
el 80% de la tierra estaba en manos de alrededor de un 20% de la población. Y
extrapoló esa observación a otros campos: el 80% de la riqueza está en manos
del 20% de la población, el 80% de las ventas de una empresa proceden del 20%
de los clientes, etc.
Y ahora, nosotras vamos a
extrapolar esta regla del 80/20 a nuestra vida, que es de lo que se trata.
Empezamos, como no, por el
armario. Sí, sí, el armario ropero, ese que no cierra bien ni empujando la ropa,
pero, ¡oh, sorpresa! nunca tienes nada que ponerte.
Armario portátil de
Barbie... ¡quién pudiera!
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Entonces, ¿qué pasa? Simple: el principio de Pareto. El 80% del tiempo te pones el 20% de tu ropa. Es decir, un 80% de la ropa que llena tu armario te la pones un 20% de las veces.
Cierto que necesitas tener
ropa para hacer deporte, ropa para limpiar en casa, ropa de ceremonia (aunque
cada vez que tienes una boda, tengas que salir corriendo a comprarte un vestido
decente)... pero seamos realistas, la mayor parte de ese 80% de ropa que te
pones con poquísima frecuencia entra en la categoría “paraporsi”: para por si
adelgazas, o engordas, o vuelve la moda de los abrigos de imitación leopardo
color pistacho, o tienes que ponerte a
pintar alguna pared, o Brad Pitt te invita a cenar...
Y mientras tanto, toda esa
ropa sigue ocupando tu armario y costándote dinero.
Sí, lo digo en serio:
ocupa espacio, y el espacio cuesta dinero; estorba a la ropa que realmente
usas, no te deja ver con claridad qué es lo que de verdad tienes que te puedas
poner, y acabas comprándote cosas casi repetidas ¡y no me digas que no!
Ocupa tiempo, que también
cuesta dinero; porque en arreglar tu armario tal como está tardas muchísimo más
que si estuviera medio vacío, por no hablar de los veinte intentos que has
hecho de organizarlo de forma “racional”, las cajas, colgadores, separadores de
cajón... más dinero y más tiempo.
Imagina que pudieras tener
en tu armario solo ese 20% de ropa que usas con más frecuencia, y el resto en
otro armario. Algunas afortunadas ya disponen de tan maravilloso sistema, pero
la mayoría (el 80% por lo menos) tenemos que conformarnos con un armario, y aún
gracias si no es compartido.
Bien, ahora que ya
conocemos el objetivo, vamos a ponernos a trabajar: haz una lista de la ropa
que te has puesto esta semana, y la semana pasada (o la próxima, si tu memoria
se parece a la mía y no tienes ni la más remota idea de lo que te pusiste hace
cuatro días); incluye zapatos y bolsos.
¿Verdad que se repiten muchas cosas? Para
hacerlo realmente bien, deberíamos hacer una lista de todo un mes, pero para lo
que nos proponemos, quizás no sea tan necesario. No se trata de que tires la
ropa que te pones poco, sino solo de que identifiques cual es, y la relegues en
lo posible a lugares donde moleste menos.
Deja más a mano la ropa
que te pones con más frecuencia, y plantéate seriamente deshacerte (regalar,
donar, vender en ebay, tirar a la basura) de la ropa que no te has puesto ni
media vez en los últimos dos años. Vale, puedes guardar ese bolso de noche
carísimo que solo llevas en ocasiones superespeciales, aunque no hayas puesto
la pata en una fiesta en tres años. Pero el vestido ese que tienes guardado...
carísimo, sí, y es una pena, sí, pero ¿tú estás segura de que te lo vas a
volver a poner? ¿entras en él sin vaselina? ¿sigue estando de moda después de
tanto tiempo?
Ahora que ya tienes más
claro qué es lo que realmente usas, automáticamente sabes ya en qué debes
invertir para renovar tu vestuario. Gastar más dinero en ese 20% de ropa que te
vas a poner más es la mejor táctica, la amortizarás muy pronto, y tendrás
garantías de que esa renovación se note. Porque, ¿de qué te sirve gastar una
fortuna en ropa nueva que luego no te pones? al final sigues llevando la misma
ropa vieja, y el gasto no te ha servido para nada, excepto para tener aún más
dificultades para cerrar las puertas del armario.
Otra ventaja de la
aplicación del dichoso principio de Pareto, para que luego digan que las
matemáticas no sirven para nada... lo que pasa es que no nos explican para qué
nos pueden servir en la vida real.
¿Que tú no tienes
problemas para cerrar el armario? No sabes cuanto me alegro... Y no piensas
renovar ningún vestuario porque la crisis no te lo permite... bueno, de eso no
me alegro. Pero el principio de Pareto vuelve a ser útil para enfrentarse a la
crisis.
El loro... sin chocolate.
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¿Te suena la frase “el
chocolate del loro”? pues es la visión popular del mismo principio. Hay que
ahorrar en las cosas que realmente suponen una parte considerable del gasto, no
en las menudencias. Ojo, que esto no significa que te puedas pasar las tardes
en los chinos comprando de todo a un euro, ¿eh? se trata de valorar si el
esfuerzo lo dedicas a ahorrar céntimos o euros.
Para empezar, analicemos
la lista de la compra. Con el ticket, por favor; la lista que hiciste antes de
ir al super no vale, que ya sabemos que luego la realidad no tiene nada que
ver, además, el ticket trae los precios.
Probablemente vuelvas a encontrarte la regla del 80/20; en este caso, un
80% del gasto corresponderá al 20% de los productos.
Céntrate en ahorrar en
esos productos precisamente, y sobre todo en los que pasen de 10 euros.
Si consigues bajar un 10%
el gasto, mejor que sea en la carne, que te ha salido en total por 25 euros,
con lo cual te ahorras 2,5€, que en la mantequilla, que te costó 2 euros y solo
ahorras 20 céntimos.
Dedica tu tiempo y tu
esfuerzo a las cosas que realmente van a marcar una diferencia en el resultado
final, no te disperses en menudencias sin importancia, que vienen siendo el
famoso chocolate del loro.
Aviso
legal: La imagen de billetes de euro es propiedad de Rage
Against, de libre distribución y obtenida en Wikipedia; dicha imagen
representa un billete emitido por el Banco Central Europeo (BCE). Este diseño
se encuentra registrado por el BCE, quien permite su uso condicionalmente a las
Decisiones BCE/2003/4 y
BCE/2003/5
de 20 de marzo de 2003 y, "en anuncios publicitarios o ilustraciones,
cuando no haya posibilidad de que se confundan con billetes auténticos". La
fotografía del armario de Barbie la suponemos, como Barbie misma, propiedad de
Mattel, y circula libremente en Internet. La fotografía del estupendo loro
verde es propiedad de Luc Viatour, bajo
licencia Creative Commons y ha sido obtenida en Wikipedia.
Me ha encantado :)
ResponderEliminarUn reportaje genial!! tomo nota. ;)
ResponderEliminarMuchas gracias, chicas :D
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